sábado, 13 de maio de 2006

Primeiro Comando da Capital


El Estado de São Paulo se enfrenta a una ola de violencia sin precedentes. Desde el 12 de mayo se han producido diversos ataques que han llevado a paralizar la vida diaria.

La Folha de São Paulo (http://www.folha.uol.com.br) tiene un enlace donde se incluyen todas las noticias aparecidas.

Para analizar mejor lo que está pasando, hay que conocer el Primeiro Comando da Capital (PCC) tristemente famoso, que ya tiene su entrada en Wilkipedia:

http://pt.wikipedia.org/wiki/Primeiro_Comando_da_Capital


O Estado de Sã0 Paulo

1 comentário:

Anónimo disse...

Un amigo brasileño lo explica así:

¿Qué está pasando? El estado, que no resuelve problemas gravísimos, como la esencial injusticia de nuestro sistema, como la absoluta falta de perspectivas para quien viene de abajo, como la absoluta impunidad de quien comete crímenes y tiene dinero, como la condición animalesca a que son reducidos los que no lo tienen y van a la cárcel, como la intrínseca corrupción que contamina esa sociedad. A causa de todo eso, ese estado entró en quiebra. Y quedó rehén y nos dejó a todos rehenes de bandidos que, desde la cárcel, comandan la represalia cuando no obtienen lo que desean allá adentro, esto es, cuando ven reducidas las ventajas que les otorga un sistema jurídico absurdo. Este fin de semana decidieron dar una muestra de poder y pasaron a mandar matar polícias, bomberos, guardiacárceles, incendiar autobuses para provocar el caos y bancos para tocarnos donde más nos duele. Solo paró porque el estado aceptó negociar quien sabe qué beneficios a cambio de que ellos suspendiesen el terror comandado por teléfonos móviles desde los presidios. Lástima que este hermoso país, tal vez, pague el precio de la injusticia secular que no somos capaces de ver o no queremos ver. Es una pena. Sobrevivimos. Y lo peor es que no hay salidas a la vista. Los sueños de que gente honesta asumiese el poder en nombre de la ética, de la justicia, de los cambios sociales necesarios se fueron agua abajo. Luchamos por preservar lo que nos rodea. Nada más. Perdón si parezco pesimista. Pero es mejor serlo, para que si algo nos sorprende no sea el derrumbe de las ilusiones. Menos mal que todavía podemos leerle Don Quijote a los alumnos y comprobar con ellos que leyendo cabe construir la realidad que quisiéramos ver realizada. Aunque eso se llame utopía. Al final, sin utopías habría que volver a casa para morir.