A propósito da celeuma levantada aqui no blog acerca do post com o cartoon, achei interessante citar o ponto de vista de um dos "opinion makers" mais importante de Portugal. Independentemente do "lado da barricada" é interessante ler.
"Votarei sim no referendo sobre o aborto, sem grandes parangonas morais, sem grandes proclamações sociais, sem certezas absolutas sobre nada, nem sobre a moralidade, nem sobre a liberdade do acto de interromper uma gravidez. Respeito os dilemas dos que votam não, respeito os dilemas dos que votam sim, porque em ambos os lados há a consciência de que o que defrontam é um mal social, uma perturbação a evitar, um momento sempre de uma certa crueldade interior, a da vida aliás. Mas como não acredito em grandes proclamações morais, nem pelo sim nem pelo não, voto sim por um conjunto de razões dispersas, sociais, culturais e filosóficas, que admito que se diga serem de mal menor. Será de mal menor, mas quantas vezes muitas coisas que fazemos são de mal menor? Até no Catecismo da Igreja Católica há várias escolhas de mal menor.E porque, tudo ponderado, as vítimas da situação que hoje existe são as mulheres, sobretudo as mulheres, quase que só as mulheres. Merecem (ou exigem) que os homens que fizeram quase todo o mundo à sua volta, à sua dimensão e ao seu modo, e que entre outras coisas tem esta diferença fundamental que é não engravidarem, lhes dêem uma liberdade que elas sentirão sempre como sendo, no limite, trágica, mas como sendo uma liberdade. No dia do referendo votarei pela segunda vez na vida por género, como homem mais de que como cidadão".
1 comentário:
"ES UNA HIPOCRESÍA LLAMAR AL ABORTO INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO
El filósofo Julián Marías, discípulo de Ortega y autor de más de medio centenar de libros, no vacilaba en su condena enérgica sobre el aborto, al que consideraba "el máximo desprecio de la vida humana en toda la historia conocida".
60 millones de abortos al año en el mundo, ¿qué reflexión le sugiere este dato?
Que se ha extendido de manera aterradora la aceptación social del aborto, el máximo desprecio de la vida humana en toda la historia conocida, y a la vez la negación de la condición personal.
¿Y qué le parece que se le llame "interrupción voluntaria del embarazo"?
Me parece una expresión de refinada hipocresía. Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades. ¿Para qué hablar de tal pena, de tal muerte? La horca o el garrote pueden llamarse "interrupción de la respiración" (y con un par de minutos basta); ya no hay problema. Cuando se provoca el aborto o se ahorca no se interrumpe el embarazo o la respiración; en ambos casos "se mata a alguien". Y, por supuesto, es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses de esa etapa de la vida que se llama nacimiento va a ser sorprendido por la muerte.
Usted no plantea el problema desde la fe o desde la ciencia. ¿Qué planteamiento falta?
Uno elemental, ligado a la mera condición humana, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen. Esta visión no puede ser otra que la antropología, fundada en la mera realidad del hombre tal como se ve, se vive, se comprende a sí mismo. Hay, pues, que intentar retrotraerse a lo más elemental, que por serlo no tiene supuestos de ninguna ciencia o doctrina, que apela únicamente a la evidencia y no pide más que una cosa: abrir los ojos y no volverse de espaldas a la realidad.
Las feministas dicen que el cuerpo es suyo
Pero es falso. Cuando se dice que el feto es "parte" del cuerpo de la madre, se dice una insigne falsedad, porque no es parte: está "alojado" en ella, mejor aún, implantado en ella (en ella, y no meramente en su cuerpo). Una mujer dirá: "Estoy embarazada", nunca "mi cuerpo está embarazado".
¿Qué es el niño aún no nacido?
Una realidad "viniente", que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino.
Algunos afirman la licitud del aborto cuando se cree que probablemente el que va a nacer sería anormal, física o psíquicamente.
Pero esto implica que el que es anormal no debe vivir, ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal, por accidente, enfermedad o vejez. Si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas sus consecuencias Hay quienes no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto se pensaría que protegido en el seno materno; lo cual añade gravedad al hecho: en una época en que cuando se encuentra a un terrorista con una metralleta en la mano, todavía humeante, junto al cadáver de un hombre acribillado a balazos, se dice que es "el presunto asesino", la mera probabilidad de una anormalidad se considera suficiente para decretar la muerte del que está expuesto al riesgo de ser más o menos anormal.
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